El viaje a Myanmar, antiguamente conocido como Birmania, era algo que tenía muy en mente desde que empezamos el viaje en Febrero. Varias personas me habían hablado de lo diferente que era el país y de sus pecualiaridades y tenía muchas ganas de aterrizar en tan peculiar lugar. Vale la pena recordar que hasta el 2011 Myanmar se encontraba bajo una férrea dictadura militar y casi cerrado al resto del mundo. Este hecho ha resultado en que Myanmar se encuentre, en lo que a desarrollo turístico se refiere, a años luz de sus países vecinos asiáticos. Para el próximo 2015 se preveen las primeras elecciones democráticas y la población, tal como pude comprobar charlando con la gente, está muy ilusionada con poder votar. También iba a ser un tiempo especial ya que era la primera vez que iba a viajar sólo, sin la inestimable compañía de la otra mitad de We Are The Passengers y compañero de batallas por el mundo, el gran Jose. Nunca había viajado totalmente sólo, así que tenía ganas de probar que tal se me daba este tipo de viaje.
Me levanté muy temprano en Singapur, ya que el vuelo que me debía llevar a Yangon salía del modernísimo aeropuerto de Changi a las 9.00 a.m. El eficiente y rápido MRT me llevo directo a la terminal 3 y un Skytrain, nombre que siempre queda bien en cualquier aeropuerto, me llevó a la terminal 1 desde donde partiría mi vuelo con Jetstar. El vuelo me costó 77€ y, como siempre, ya que viajamos con el equipaje de mano, no incluía ningún equipaje facturado. Tocaba volver a arreglárselas para no pasarse de los 10 generosos kilos que Jetstar permite subir en cabina. Cabe destacar que en AirAsia sólo son 7, pero nunca comprueban si te pasas y menos si haces el autocheckin. En la Terminal 1 no había sistema de autocheckin, por lo que al pasar por facturación me hicieron pesar las dos mochilas, arrojando la friolera total de 12.30 kilos. La chica, comprensiva en mi situación me dijo, móntatelo como quieras y redúcelo a 10 o tendrás que abonar 60 $ para facturar la mochila. Y así es como una vez más e volví a convertir en “Cebollaman”. Me enfundé 4 calcetines por pie, los de trekking, 3 pantalones, 2 camisetas, la camiseta térmica y me llené los bolsillos de objetos. Al volver el peso era de unos óptimos 9.5 kg y ya obtuve triunfalmente mi tarjeta de embarque. We Are The Passengers 22 – Aerolíneas 0!
Me tomé un sobrevalorado pero necesario café en una archiconocida cafetería con los dólares que me sobraban y al poco rato partió mi vuelo, no sin antes requisarme la crema solar, que me había encontrado en Ko Phangan, por ser de 125 Ml y no de los reglamentarios 100 Ml. Aun así conseguir colar la pasta de dientes de tamaño doble que compré de oferta en Malaysia. Al llegar al aeropuerto de Yangon me sorprendió su modernidad y sus buenas instalaciones. Cambié los impolutos billetes de dólares que llevaba a 972 Kyats por dólar y dejé unos cuantos en la reserva. Aquí me di cuenta de mi primer “error” y es que en el aeropuerto también cambian dólares de Singapur. Así que si venís de Europa o de Singapur no os molestéis en conseguir USD. Si los lleváis, la tasa es más favorable para los de 50 y 100. Con mi fajo de Kyats me dispuse a empezar la operación “Myanmar Low-Cost” y pregunte cómo llegar al centro de la ciudad. Dos amables chicas me dijeron que un taxi hasta el centro costaba 10$, precio más alto del que venía en guias, blogs y foros varios. Previamente había leído que el autobús público número 51 también te llevaba hacía allí. Se lo dije y le pregunte cuanto costaba el taxi hasta la primera parada del bus. Las chicas, sorprendidas de mis conocimientos del transporte público de Yangon me dijeron que hasta allí sólo eran 2000 Kyats unos 1.5€. Acepté el trato y mi taxista vino a mi encuentro. El hombre flipó un poco de que no quisiera ir cómodamente hasta el centro, pero supongo que le pareció curioso que quisiera ir en bus y amablemente me escribió el número 51 en la bonita grafía birmana. Me dejó en la parada y al momento un amable señor se intereso por mi destino. Empecé a comprobar en primera persona lo que todo el mundo decía, la amabilidad de los birmanos parece infinita. Mi destino era la casa de Ana, una chica catalana miembro de Couchsurfing, que vive en Yangon y que me ofreció alojarme en su casa por un par de noches. Ana vivía en una calle por dónde pasaba el bus así que cuando me tocó bajar mi amable guía me indicó el momento adecuado. El bus iba lleno, no tenía A/C y un chico se encargaba de gritar a la gente desde la puerta del bus y recoger el dinero. Las calles llenas de polvo, las furgonetas con exceso de pasajeros, la gente con su vestido tradicional, los perros callejeros…después del viaje al futuro en Singapur me volvía a sentir en Asia, el Asia de hace años y que poco a poco va cambiando para acercarse al modelo occidental y capitalista de rascacielos y consumo.
Como era muy temprano para encontrar a Ana me fui a deambular por su barrio, pero el calor abrasador y el hambre me hicieron buscar rápidamente un lugar dónde comer algo. Después de dar unas vueltas y sentirme otra vez algo observado, me adentré en un restaurante y me comí un buen plato de arroz con pollo, vegetales y bolas de carne. Cayeron también dos botellas de agua y dos cafés y la suma de mi primer encuentro con la gastronomía birmana fue de 3000 Kyats. Me volví a casa de Ana y la esperé sentado en su portal.
Después de algún error de cálculo y alguna llamada a Ana desde un phone-point (un cobertizo con varios teléfonos, el antecedente de las cabinas!) llegué a su casa. Ana me había reservado su habitación para invitados y tuve el honor de ser su primer couchsurfer! Ana es profesora de español en Yangon y una compañera suya celebraba su cumpleaños. Nos fuimos a cenar unos pinchos birmanos y luego tomamos una birra en un bar bastante cool para los estandartes del país. Bastante cansados nos retiramos a dormir en taxi.
Al día siguiente me había propuesto ver la Sule Pagoda, el tren circular de Yangon, el downtown y el atardecer en la Schwedagon Pagoda. Me subí al primer bus dirección al centro y desde allí caminé a la estación Central, desde donde sale el vetusto tren. El precio, 1$ o 1000 Kyats. En teoría has de enseñar el pasaporte, pero nadie me lo pidió. En el tren, que da una vuelta entera a Yangon y llega al mismo punto coincidí como viajero con un chico llamado Kwan, que se hacía llamar Daniel. Es curioso como a los asiáticos les gusta adoptar nombres occidentales. Estuve todo el trayecto mirando por la ventana y charlando con Daniel, que me explicó muchas cosas sobre Birmania y Yangon. El tren pasa cerca de las casas de la gente y de un mercado que montan en el medio de las vías, muy curioso y popular. Al pasar observas la pobreza en la que viven en las afueras de Yangon, con muchos desperdicios, gente pescando (literalmente) entre basuras…pero aun así siempre encuentras una sonrisa. Al acabar el trayecto, y como Daniel tenía el día libre, me propuso ir a Dalan, el barrio de Yangon al otro lado del río. El ferri cuesta solo 200 Kyats para los locales y 4$ para los extranjeros. Todo un abuso, y que pagué ya que el chico estaba ilusionado en hacerme de guía por allí. Dalan es como un pueblo, nada parecido a Yangon y donde empecé a hacerme una idea de la vida fuera de la ciudad. Muchas motos, puestos de comida, niños jugando por los caminos…A todo esto contacté con May Thu, una chica de Yangon que por Couchsurfing se había ofrecido a dar una vuelta por la ciudad o a tomar algo conmigo.
Así pues, quedamos con ella en la Schwedagon Pagoda y la visitamos los tres juntos. Nadie me pidió pagar la entrada y pasé tranquilamente ahorrándome los 5$ que cuesta. La Pagoda es espectacular, enorme y brillante, llena de gente rezando y de estatuas coloridas de Buda por todos lados. Una visita obligada si pasas por la ruidosa y animada ciudad de Yangon. En cuanto a la ciudad en sí, observé que hay ya bastantes cajeros (incluso uno en la Pagoda!) y Daniel me comentó que desde hacía 3 años se podían importar coches y el número de vehículos crecía a diario. Creo que la ciudad no está preparada para asumir de golpe tanto tráfico y por lo que parece los atascos cada vez son más numerosos. Al acabar la visita a la Pagoda, quedamos con amigo de May Thu, business man local que se dedicaba al transporte de mercancías, que nos invitó a cenar a todos. En Birmania parece ser que si dices de ir a cenar con alguien tú pagas la cena, y a pesar de mi reticencia insistió en ello diciendo que era un honor. Así pues, el honor fue mío y degustamos un sabroso plato de arroz con diferentes y exquisitos vegetales. Al acabar la cena incluso me acompañó a casa de Ana. Me despedí de mis fantásticos anfitriones y subí a casa. Al poco apareció Ana y me dijo si quería ir a la calle 19 a cenar con ella y dos compañeras y no pude negarme! La calle 19 es el futuro Khao San Road de Yangon. Una calle llena de bares, puestos de comida y gente comiendo y bebiendo. Podría decir que el 97% de la gente era local pero no dudo de que en el futuro esta calle se llenará de turistas. Quizás el hecho de ser temporada baja también ayude a que vea pocos, muy pocos, turistas por Myanmar. Cenamos unos pinchos a la brasa y nos tomamos unos mojitos (800 Kyats!) y nos fuimos para casa. Ala mañana siguiente y después de un buen y largo reparador sueño fui a desayunar con Ana y nos tomamos una Mohinga, la sopa nacional y oficial del desayunos del buen Birmano. Sabrosa y contundente! Me despedí de Ana y me fui en taxi (5000 Kyats) hasta la estación de buses Aung Mingalar de Yangon, situada cerca del aeropuerto y desde donde salen los buses de largo recorrido. En medio de un tormentón conseguí mi billete hacia Kyaiktiyo, desde donde subes a otro pueblo llamado Kinpun.
Mi objetivo era llegar a la Golden Rock, lugar santo de los birmanos. Básicamente es un complejo religioso alrededor de una enorme roca, que se aguanta milagrosamente encima de otra. Se supone que un pelo del mismísimo Buda obra el milagro. El bus a Kyaiktiyo me costó 5000 Kyats y allí tuve que cambiar, primero a un mototaxi y al poco a un bus que subía a Kinpun por 2000 Kyats más. El trayecto dura unas 5 horas en total. Al llegar me dirigí al Sea Sar Hotel, recomendado por otros blogeros y donde por 6$ conseguí habitación con desayuno. Cabe destacar que era el único cliente del hotel y por eso me la rebajaron de los 8 iniciales. Fui a cenar por el pequeño pueblo, me conecté al WiFi de un hotel gracias a la gentileza de un americano que se alojaba allí y luego incluso vi el Valencia-Barça, con victoria un tanto agónica! A la mañana siguiente desayuné en el hotel unas torradas, tortilla y café y empecé mi peregrinaje particular a la roca. El hotel se encuentra a 1 minuto de la parada de camiones y, sea por temporada baja (era el único extranjero al subir) o por que las leyes han cambiado, subí en el camión de los birmanos. Lo que no cambia son los precios más altos para foráneos: 2500 Kyats hasta la cima o 1500 Kyats hasta la base de la montaña a unos 45 minutos subiendo hasta la roca.
Como tenía tiempo y quería ver que se cocía por allí me baje antes de la cima. La subida es fuerte y el viaje en el ultra poblado camión, con el sitio mínimo para poner el culo y las piernas y una carretera serpenteante con vistas lejanas hasta el mar, es una experiencia que recomiendo a los más aventureros. Finalmente llegué al recinto, pagué religiosamente los 6000 Kyats (no hubo manera de escaquearse del checkpoint, aunque no me cobraron nada por cámaras) y me dispuse a visitar el lugar. Muchos birmanos trabajando, llevando tochos y aderezando el complejo, supongo que para la temporada alta. Al entrar, como siempre te has de descalzar y no creo que a pleno sol sea posible, debido a que el suelo es de mármol y debe quemar cosa mala. Haciendo fotos por aquí y por allá y saludando a todos los que me saludaban llegué a la majestuosa roca. La verdad es que parece que en cualquier momento se vaya a caer…espero que no tengan ningún terremoto en la zona porque no sé hasta cuanto puede aguantar el pelo de Buda. La roca, que medirá unos 10 metros de alto se aguanta encima de otra roca más grande, al borde del precipicio. Las recomendaciones son visitar la roca al amanecer o al atardecer, aunque debido a mi ajetreado plan de viaje no era posible.
Visitada la roca y previa espera de hora y media a que el concurrido camión se llenara llegué de nuevo a Kinpun, me subí por los pelos a un bus (solo 500 Kyats esta vez) hacia Kyaiktiyo y a otro, el último del día, que salía hacia Hpa-An. A las 2.30 pm salía el último bus hacia mi nuevo destino Hpa-An, valorado en 6000 Kyats y a unas 4 horas y medis de distancia. Llegué a Hpa-An y me alojé por 6$ habitación single con baño compartido en Soe Brothers Guesthouse. El sitio es bastante básico, pero alquilan motos y el staff es muy amable. Así pues al día siguiente me subí a la clásica Honda de 4 marchas y con el plano hecho a mano que te dan en la guesthouse me dispuse a explorar la zona. Primero visité un par de cuevas con imágenes y estatuas de Buda en su interior. La primera xxxxxx, cuesta 3000 Kyats y tampoco creo que los valga, sinceramente. La segunda cueva es de acceso gratuito y al estar algo elevada ofrece unas bonitas vistas de la llanura de Hpa-An y el sagrado monte Zwegadin. Hacia ese monte seguí mi ruta, pasando entre pequeñas poblaciones y como no, saludando a los que me saludaban. El monte se puede subir y tardas unas dos horas. En la cima hay un pequeño monasterio, pero esta vez decidí no subir ya que quería aprovechar mi tiempo con la moto. Pasé por un campo con cientos de estatuas de buda, pagodas, pequeños templos y pequeñas villas y al hacerlo me di cuenta de lo omnipresente y extendido que está el budismo en todo el país. Paré a tomar un café después de conducir un rato por la bonita carretera que rodea el monte y recibí indicaciones acerca de cómo llegar a Saddar Cave, una inmensa cueva con mas imagenes de Buda y estatuas. El señor de Soe Brothers Guesthouse me dijo que no se podía acceder a la cueva pero aun así me quise acercar. El camino para llegar es bastante complicado ya que no vi ninguna señal en inglés. Por suerte en el mapa de la guesthouse venían los nombres en birmano y fui preguntando a los lugareños, siempre dispuestos a echar una mano. El camino hacia la cueva cada vez estaba más impracticable y embarrado. Las horas y horas de conducción extrema en moto por Asia me habían conferido casi poderes sobrehumanos para meterme por cualquier camino, pero al llegar a la entrada de la cueva el agua me llegaba a las rodillas y tuve que desistir. Aun así me acerqué caminando y un señor que llevaba unos cuantos patos detrás de él me hizo gestos de que la cueva estaba cerrada hasta la “Dry Season”. La verdad es que me quedé con ganas de ver la supercueva, pero demasiados birmanos ya me habían dicho que no se podía así que, aunque soy cabezota, desistí y me conformé en ver la entrada desde lejos.
Como tenía tiempo y quería ver que se cocía por allí me baje antes de la cima. La subida es fuerte y el viaje en el ultra poblado camión, con el sitio mínimo para poner el culo y las piernas y una carretera serpenteante con vistas lejanas hasta el mar, es una experiencia que recomiendo a los más aventureros. Finalmente llegué al recinto, pagué religiosamente los 6000 Kyats (no hubo manera de escaquearse del checkpoint, aunque no me cobraron nada por cámaras) y me dispuse a visitar el lugar. Muchos birmanos trabajando, llevando tochos y aderezando el complejo, supongo que para la temporada alta. Al entrar, como siempre te has de descalzar y no creo que a pleno sol sea posible, debido a que el suelo es de mármol y debe quemar cosa mala. Haciendo fotos por aquí y por allá y saludando a todos los que me saludaban llegué a la majestuosa roca. La verdad es que parece que en cualquier momento se vaya a caer…espero que no tengan ningún terremoto en la zona porque no sé hasta cuanto puede aguantar el pelo de Buda. La roca, que medirá unos 10 metros de alto se aguanta encima de otra roca más grande, al borde del precipicio. Las recomendaciones son visitar la roca al amanecer o al atardecer, aunque debido a mi ajetreado plan de viaje no era posible.
Deshice el camino y volví dirección a Hpa-An, no sin antes parar en otra cueva en la que me hice fotos con birmanos y me acerqué a una zona que había para bañarse junto al lago. Quizás por la mañana me habría apetecido un baño, pero ya era tarde y unos birmanos insistieron en invitarme a una birra y no pude negarme. Chapurreaban algo de inglés y como todos los birmanos eran fervientes seguidores del fútbol y en especial del Barça. Lo siento por mis colegas merengues, pero la batalla en Asia la tienen muy perdida! Charlamos de lo que hablan los hombres, fútbol, política y mujeres y me invitaron a un puro birmano. Feel like a sir. Volví a Hpa-An pasando por otro pueblecito, devolví la moto y me fui a cenar al restaurante chino recomendado por Soe Brothers dónde ponen unas raciones monumentales y cerveza fresca, muy necesaria después del largo día. Para futuros viajeros, yo recomendaría cambiar un poco mi ruta: si queréis subir al monte, hacedlo de buena mañana, luego id a pegaros un baño, luego la gran cueva y más tarde la cueva “gratuita” que os dará una bonita vista del atardecer.
Me levanté bien temprano, sobre las 7 para asegurarme mi bus a Bago. Mi idea era llegar a Kalaw desde allí, pero debía conectar buses en Bago, curiosamente una ciudad con el mismo nombre que otra en Filipinas, coincidencia o tendrán algo en común? El bus de Hpa-An a Bago me costó 5000 Kyats y tardó unas 5 horas. Mi siguiente bus salía a las 6,30 pm por lo que contaba con 5 horas para comer y visitar Bago, ciudad famosa por sus múltiples Pagodas. El mismo chico de los buses me consiguió un mototaxi y por 10000 Kyats me pasé la tarde de un sitio a otro, escuchando las explicaciones de mi guía-conductor en un inglés algo confuso, tan confuso que a veces aunque repitiera tres veces lo que decía no me conseguía enterar, pero le decía “ahhhh ok, ok” para no fustrarle. Si no dispones de mucho tiempo, la mototaxi o la bici son las mejores opciones para recorrer la ciudad, también se podría ir caminando pero es un día de bastante tute, El recorrido fue más interesante de lo que a priori creía que iba a ser. Primero fui a un monasterio en el que cientos de jóvenes novicios estudiaban. Entré a la gran sala de estudio y cientos de cabezas rapadas se giraron hacía mi, con curiosidad y sonrisas. En nuestros viajes por Asia me había acostumbrado a sentirme observado. Todo el mundo te mira, ríe o simplemente observa, pero cientos de novicios budistas a la vez era toda una novedad. Me di unas vueltas por el monasterio y luego fuimos al siguiente destino, la Shwemawdaw Pagoda, algo más alta que la de Yangon y casi tan espectacular. Por supuesto cuenta con un pelo de Buda en su zona más alta y ha sido reconstruida varias veces sobre todo debido a terremotos. Me pregunté en ese momento si algún terremoto algún día hará caer la Golden Rock también. Cabe destacar que en principio has de pagar 10$ por ver los monumentos, pero mi guía me comentó que si iba con él no me lo pedirían. También a partir de las 4 pm se supone que todo es de libre acceso, pero sólo eran las 3 en aquel momento. Luego visité una pagoda con 64 budas iguales pero diferentes, un taller donde varias mujeres hacían puros a mano (me regalaron como 10!), una pagoda más elevada con bonitas vistas ( menos al vertedero que han montado justo detrás), una pagoda que un día guardó un diente de Buda, un buda reclinado de 50 metros de largo y una especie de monasterio dónde tenían, atención, una serpiente pitón de 5 metros y 120 años de edad que se supone es la reencarnación de un monje de Hspiaw, un pueblo del norte. La pitón la marcó el punto a de reconstrucción de una estupa que su amo inició también en otra vida. La cantidad de fajos de billetes que dejan los fieles hace que la reconstrucción vaya viento en popa.
Entre tal abrumante cantidad de lugares increíbles por ver el cielo se puso amenazante y llegamos a la estación de buses justo cuando empezaba a caer una de esas tormentas monzónicas que de vez en cuanto azotan estas tierras y que hacen que las tormentas de Barcelona parezcan un juego de niños. Me tomé un café y dediqué esa hora que me quedaba a leerme un libro que me había comprado en Yangon, “Burmese Days” de George Orwell. Al viajar me gusta leer libros sobre los sitios que visito, y que seguramente no habría leído de no haberlos visitado ya que te aportan otra visión más del sitio donde te encuentras. El bus, valorado en 15.000 Kyats, llegó puntualmente y salí hacia mi nuevo destino, tapado hasta arriba y dispuesto a intentar dormir, ya que mi intención era empezar el trekking hacia el Inle Lake nada más llegar!
El bus llegó a Kalaw a las 4.30 de la mañana y una temperatura más bien fresca nos recibió en el pueblo. Al bajar, un chico de Lily Guesthouse se acercó a ofrecer trekkings y alojamiento. En ese momento conocí a Ion y Aitzi, una pareja de Bilbao, que iban a ser mis compañeros de aventuras por unos días. La oferta de Lily no nos convenció, ya que queríamos un trekking de dos noches y sólo ofrecían una, así que decidimos esperar tomando un café y despejarnos un poco. Al rato apareció un chico preguntando por nuestras intenciones y al decírselo, llamo a Robin. Robin, un señor de unos 50 y algo años, era un experto guía de la zona y conocía a varios guías más. Acordamos finalmente el trekking de dos noches, una de ellas dormiríamos en el pueblo y otra en un monasterio. El precio incluyendo todas las comidas, el transporte de las mochilas grandes y el barco a Nwangysee, fue de 25.000 Kyats después de la negociación pertinente. Nos dejaron incluso ducharnos y cambiarnos en la habitación de un hotel cercano, con agua caliente, y fue una bendición después del bus desde Hpa-An a Bago, visita a Bago y bus nocturno a Kalaw.
Con energías renovadas empezamos el trekking, un total de 23 Km andamos ese día, bastante rato en subida. Primero pasamos por una zona de jungla (y sanguijuelas) y luego fuimos pasando por diversos pueblecitos y campos de diferentes cultivos. De vez en cuando parábamos a reponer fuerzas y finalmente llegamos al pueblo donde dormimos. En la expedición, junto al guía, nos acompañó un chico que se encargaba de cocinar y siempre estaba antes que nosotros en el pueblo a donde llegábamos, preparando siempre comidas exquisitas y nunca repetidas. En el trekking, nuestro guía Joe Soy (muy recomendable) nos explicó las tradiciones locales, las técnicas de cultivo, etc. y siempre estuvo muy atento a que no nos faltara nada. Después del larguísimo día nos dormimos después de cenar…a las 7.00 pm! A la mañana siguiente proseguimos la caminata, aunque fue algo más engorrosa porque empezó a llover y casi no paró hasta el final del día. Aunque no llovía muchísimo, era suficiente para que el suelo estuviera embarrado y muy resbaladizo. Caminamos casi de sol a sol y pasamos la noche en un monasterio. En el monasterio coincidimos con dos chicas chilenas, así que éramos cinco personas durmiendo allí, pero el guía nos contó que en “high-season”, de mitad de octubre a mitad de febrero, pueden llegar a amontonarse 200 personas!!! Por lo que he visto durante este viaje, Myanmar se está convirtiendo en un destino muy popular y por el momento falta oferta de alojamiento en temporada alta, situación que se traduce al final en una escalada de precios general, especialmente en las zonas más turísticas. Después de ver a los monjes, tomar una ducha bien fría y cenar tan bien como siempre, nos fuimos a descansar.
El día siguiente fue soleado y finalmente acabamos nuestro trekking en Indein, por lo que no pudimos escaparnos de pagar los 5$ de entrada al Inle Lake. Si hacéis este trekking y tenéis ya una guesthouse reservada en Inle, podéis intentar acabar en otro sitio y que os lleven las mochilas hacia allá para ahorraros el checkpoint de 5$. Por otro lado, si reserváis, seguramente no podréis negociar en persona el precio de la guesthouse y os cobrarán algún dólar más en la habitación, por lo que al final seguramente es lo mismo, aunque en temporada alta parece muy necesario llevar ya reserva porque todo se llena. El barquero nos llevó a Nyaungshwe, el pueblo “base” para la visita al lago. Al estar muy cansado del trekking y después de encontrar las primeras guesthouse llenas nos quedamos con lo que había más razonable. Aitzi y Ion en un hotel, que solo tenía una doble, y yo en el de al lado en single room, así podíamos estar cerca para planear la visita al lago. La habitación, algo cara, 12$ por noche pero con Wi-Fi y desayuno en el Golden Hotel. Os recomiendo mirar más, o al lado de este está Aquarius Inn, que estaba lleno y que todo el mundo recomienda. Dedicamos el día a descansar y cenar en un restaurante local con comida buena y cerveza de surtidor (preguntad por el “restaurante con draft beer”) y planear los dos siguientes días, uno en bici y otro en barco. El día en bici fue muy agradable, dando una ruta alrededor del lago con unas buenas bicis que nos costaron 1000 Kyats. Después de una carretera llena de baches, nos paramos en una Pagoda y pasamos un buen rato con unos birmanos que se encontraban allí “trabajando”, o más bien dicho tomando té y mirando las cajas de cemento junto a unas mujeres y una niña que se encontraban con ellos. Luego cruzamos el lago y seguimos con las bicis observando las vidas de los lugareños y esquivando algún camión enorme que pasaba por la pequeña carretera.
El siguiente día lo dedicamos a la ruta en barco, visitando la Pagoda, los huertos flotantes, el monasterio, y un par de tiendas artesanas, que aunque son para guiris a mi me hizo gracia ver a las mujeres tejiendo con telares tradicionales o chicos trabajando con plata. Solo fuimos a esas dos tiendas y como tampoco es obligado comprar nada pues observas en 10 minutos como hacen todo y listo. Por la tarde salimos en otro bus nocturno mortal hacia Bagan. El bus costaba 11000 Kyats con pick-up en el hotel y tardó unas 10 horas hasta Bagan, saliendo a las 7.00 pm. La carretera está en mal estado y el viaje se hizo muy largo y pesado. Llegamos a Bagan, quizás el lugar más turístico de Myanmar, a las 4.30 de la mañana. Nuestro plan era claro y conciso: encontrar guesthouse, conseguir una bici e ir a ver el amanecer. Fuimos a las guesthouse recomendadas por foreros y blogueros y…sorpresa! Establecimientos que hace un año pedían 12-15$ por una doble ahora pedían 20-25!! Fuimos a todas las guesthouse de la calle principal y nadie quiso bajar de ese precio, así que ojo en temporada alta ya que más tarde nos enteramos que este próximo 2014 aún se pedirá más que eso. Finalmente encontramos el Eden Hotel que al menos, por el mismo precio contaba con habitaciones más limpias y agradables y nos rebajó algo. Salió por 19 la doble de Ion y Aitzi y unos 14 dolorosos dólares mi single, con A/C y con desayuno pero sin Wi-Fi. Habíamos planeado tres noches en Bagan, pero por esos precios al final lo reducimos a 2 con sleeping bus a Mandalay. Más tarde nos enteramos que la guesthouse más barata parece ser Viewpoint Inn, a la entrada del pueblo, con la doble con A/C por 15$ aprox. El amanecer lo descartamos debido a las feas nubes que se amontonaban en el cielo de Myanmar y además ya casi había casi salido el sol con tanto preguntar precios, así que nos fuimos a descansar (pudimos hacer check in a las 5 y poco) y sobre las 10 salimos en bici a explorar Bagan. La bici nos costó 1300 Kyats a cada uno.
Nos pasamos el día bici arriba, bici abajo visitando algunos de los 2200 templos que existen en la zona. En su momento de máximo esplendor, llegaron a congrerase unos 10000 templos en estas tierras! La distancia total del “recinto” es de 13×8 Km, aunque realmente no hay ninguna separación física entre los templos y las casas de la gente o los campos de conreo. De hecho es común ver a gente viviendo al lado de un templo pequeño o paseando sus cabras delante de estas impresionantes construcciones. Después de pasar el dái de templo en templo vimos la puesta de sol en el templo Shwesandaw, quizás el mas popular pero creo que visita obligada en uno de los dos atardeceres. Al final día habíamos recorrido más o menos unos 25 km en bici y estando ya muy cansados nos fuímos a dormir para al día siguiente presenciar el amanecer en el mismo templo, pero esta vez mirando hacía el otro lado. Es lo que tiene el sol, que sale por un lado y se pone por el otro, dandote una visión completamente distinta del mismo lugar! Para el segundo día alquilamos unas bicis eléctricas. El precio, mucho más caro que una normal, fué de 8000 Kyats, que acabaron siendo 7000 Kyats por unos problemas que tuve al final del día con la bici. La verdad es que se agradece no tener que ir pedaleando bajo el sol y las bicis alcanzan una velocidad más que razonable. También tienes la opción de “ayudar” a la bici pedaleando tu un poquito y así la batería aguanta más. Pués bien, después de estar todo el día arriba y abajo con la bici, al llegar la puesta de sol (que vimos en el templo Mingalar Zedi cuya terraza es la más grande de todas) llegó el momento de volver al hotel. Al llegar al templo fuí viendo como la carga de mi batería estaba a punto de acabarse, pero lo peor de todo fue que se me pinchó la ruedad delantera nada más arrancar. Pánico, confusión, sudores fríos. Me encontraba a 11 km del hotel! Les dije a Ion y Aitizi que intentaría llegar a la carretera principal y que los del hotel mandaran un convoy de rescate para devolverme al pueblo. Ellos se fueron y yo empezé a empujar la bici, que pesaba más de lo que creía, por un camino de cabras polvoriento y a oscuras. Los mosquitos me acorralaban y los perros nocturnos me ladraban, pero por suerte soy inmune a los mosquitos y a los perros se les puede tirar una piedra si se ponen tontos. Después de una hora y cuarto sudando y empujando la bici llegué a la carretera principal, que al menos estaba iluminada.
Allí se pararon unos chicos a preguntarme que me pasaba y llamaron al hotel. Los del hotel confirmaron que venían a buscarme en breves y mientras tanto empujé la bici un poco más hasta que me encontré con un policía que me ofreció té y una charla en birmano. Allí esperé y a los 20 minutos apareció un taxi con un miembro del staff del hotel y Ion. Metieron la bici surrealísticamente en el maletero del coche, con el chaval aguantándola como podía, y al rato llegamos al hotel. Después de comentarle al dueño el fallo de la batería (no habían querido recargarla mientras desayunamos y por eso se acabó la carga) y mostrarle mi enojo nos hizo un pequeño descuento a todos en el precio y nos fuimos a cenar un buen plato de noddles. El día siguiente lo dedicamos a pasear por el pueblo, dónde hay poco que ver, y a conectarnos a internet hasta que salió nuestro bus nocturno a Mandalay.El bus nos costó 7500 Kyats y era suficientemente correcto. Al llegar a Mandalay y después de unas 8 horas de bus, me despedí de Ion y Aitzi, que se quedaban allí y cambié de estación para coger el bus a Hsipaw. El bus me costó 5000 Kyats y el transfer en mototaxi hasta la parada de bus locales me salió por 1000 Kyats. A las 5.30 am salió el bus puntualmente, un bus japonés. Muchos de los buses y autocares que ves en Myanmar son modelos antigups japoneses…supongo que les harán donaciones o se los venderán a un módico precio desde el país del sol naciente. A las 11.00 de la mañana llegué a Hsipaw y me alojé en la muy recomendable guesthouse Yee Lee GH por 7000 Kyats habitación single con ventilador y con desayuno incluído, como es normal en Myanmar. Los chicos que la llevan son muy amables y la GH está casi nueva, aunque la conexión a internet es increíblemente lenta. Mi objetivo en Hsipaw era realizar otro trekking por las montañas, pero necesitaba un equipo de al menos 3 o 4 personas más para obtener un precio económico. Barajé las opciones, pregunte en Mr Charles guesthouse y finalmente aparecieron en mi alojamiento un grupo de dos chicos y una chica de Barcelona.
Esteban, German y Vanessa fueron mis compañeros de trekking y aventuras por las montañas del norte de Myanmar. Hicimos el trekking con nuestro guía, Mr San, que hablaba muy bien inglés y que nos dió muchísimas explicaciones sobre la cultura local y la historia de Myanmar o las relaciones comerciales con China. Pasamos una noche en un pueblecito anclado en el tiempo, dónde la gente es increíblemente amable y pudimos visitar el monasterio, charlar con los monjes, y al final del trekking darnos un baño en las piscinas termales. El precio final fue de 23.000 Kyats incluyendo las comidas de los dos días. El trekking hasta el primer pueblo lo podéis hacer vosotros solos, y luego volver a Hsipaw, pero a mi me pareció mucho más auténtica la segunda parte del trekking, pasado el primer pueblo, aunque de todos modos, Myanmar no es Tailándia y todo es muy auténtico…todavía. Por la noche pudimos ver como en los pueblos trabajan en la producción de té, su mayor fuente de subsistencia, de manera muy artesana. En total el trekking es de unos 27 Km repartidos en los dos días y tiene un par de tramos al principio y al final de fuerte pendiente, por lo que acabaréis bastante cansados pero felices! Podréis observar la cultura Shan, muchos tipos de campos de cultivo, montañas, escuelas, monasterios y unas deliciosas comidas vegetarianas. Después del trekking nos tomamos unas merecidas cervezas y unos increíbles batidos en YinYin, mas conocido cómo Mr Sake,establecimiento que os recomiendo fervorosamente si váis por allí!
Al día siguiente me despedí de mis compañeros de viaje y en la GH me acompañaron en moto hasta la estación para coger el tren dirección a Pyin Oo Lwin. Éste viaje en tren, cuyo precio es de 6$ en clase VIP o 3$ en normal y que se debe pagar en $ obligatóriamente, es especial ya que se pasa por el viaducto de Gotkiek. Éste viaducto, obra inglesa de principio de siglo, es uno de los más altos y espectaculares del mundo. El tren pasa muy, muy despacio por la vía con un precipio de 108 metros a ambos lados y unas vistas increíbles. La pena es que la mitad del recorrido carece de vistas, ya que el tren pasa muy cerca de las plantas, de hecho es casi una podadora exprés! Llegué a Pyin Oo Lwin y me alojé en Golden Dream guesthouse, algo decrépita pero barata. Pagué 8$ por la single room con desayuno y WiFi y por la tarde después del mercado nocturno me encontré con los blogueros de “Marcando el Polo” una pareja de argentinos que viajan por Asia haciendo autostop y lo cuentan en su blog. Y hablando hablando me animaron a probarlo. Al día siguiente, caminé por la carretera dirección Mandalay y el primer camión que paré me llevó hasta allí! Ninguno de los dos chicos del camión hablaba inglés, pero aun así me invitaron a comer y se ocuparon de que llegara sano y salvo a Mandalay. Al descargar el camiñon ví las precárias condiciones de trabajo en una fábrica en Myanmar, aunque los trabajadores me recibieron como un héroe al llevar la camiseta del Barça! En Mandalay me alojé en el Garden Hotel por 10$ la habitación, cutrilla, pero con buen desayuno y WiFi en la zona común.
Me alquilé una moto por 8000 Kyats y pasé todo el día visitando las antiguas capitales de Myanmar como Amarapura (famosa por su largo puente de madera de teca) y Sagaing. También subí a la Mandalay Hill para ver las vistas y me di una vuelta por el recinto del Royal Palace, sin pagar la entrada y sin que nadie me la pidiera ya que no entré dentro del Palacio. Mandalay es una ciudad caótica, llena de motos y la carretera hasta Amarapura es alucinante, a la par de por la pobreza existente por la cantidad de vacas, cerdos, patos, gatos y perros que pululan a sus anchas por allí.
En el hotel conocí por casualidad a Patricia, una bloguera madrileña, y juntos pasamos el dia hasta que el autocar gratuito de AirAsia nos llevo al aeropuerto, desde donde partiría nuestro vuelo a Bangkok. Al llegar a Bangkok ella tomó un vuelo a Chiang Rai y yo me fui a Chiang Mai por carretera.
Espero que este diario de viaja a Myanmar os haya gustado! Birmania, uno de los destinos que más ganas tenía de visitar al principio del viaje y que no defraudó para nada mis expectativas.
Que pena que no fuimos a Myanmar cuando visitamos este región de Asia en 2009! Parece un país encantador!
Preciosas fotos, también!Si os gusta la fotografía, os invitamos a participar en la próxima edición de nuestro Concurso de Fotografía de Viaje. Cada semana publicamos 3 ganadores en nuestra página web y escribimos una bio breve sobre los fotógrafos con un enlace a sus sitios web / FB / Flickr.
Más detalles aquí: http://hitchhikershandbook.com/your-contributions/travel-photography/
Que tengáis un buen finde! 🙂
Hola Hitch-Hikers!! La verdad es que Myanmar es un destino increíble y super recomendable. Uno de los países que mas nos gustó!! De hecho hice autostop allí y conocí a unos hitchhikers argentinos super majos que tienen un blog también, quizás los conozcáis (www. marcandoelpolo.com) Pues muchas gracias por la invitación a participar en vuestro concurso, esta semana os mandamos alguna foto 🙂 En cuanto a tomar algo nos encantaría así que seguimos en contacto por aquí y nos tomamos algo pronto! Vuestra web está super bien, tenéis mucha información, os felicitamos!! Un saludo!
Muchas gracias, chicos! Y también por incluirnos en vuestra lista de webs amigas 🙂 No conocemos el marcandoelpolo.com pero voy a mirarlo ahora. Muchas gracias por la sugerencia! Un saludo!!
Hola! te queria consultar algo.. todos los buses que contrataste los sacabas ese mismo dia o se reservan con anticipacion? Saludos y gracias!
Hola Georgina! Cuando estuve allí a veces podías comprar el billete un día antes en la estación, pero normalmente se compraban el mismo día. No había apenas internet por lo que online imposible, quizás en estos dos últimos años haya mejorado la cosa. Disfruta Myanmar!
Graciassss!