Procedentes de Manila llegamos a Ho Chi Minh City, antiguamente conocida como Saigón y llamada así aun por los locales. Para entrar al país necesitas un visado y existen varias opciones para obtenerlo. Nosotros nos decantamos por, con anterioridad, hacer el trámite previo a la obtención del visado. El trámite se puede realizar con varias empresas online. Nosotros después de consultar varias lo hicimos a través de la web: http://easyvietnamvisa.com, la elegimos porque era algo más barata. Con este trámite entras en una lista de viajeros autorizados y puedes gestionar el visado “on arrival”. Esta carta de “invitación” cuesta 16$ y 45$ a la llegada, frente a la gestión del visado con anterioridad desde otro país que cuesta 65$. Otra cosa importante es que os pedirán que paguéis en dólares, si nos los lleváis y os toca pagar en dongs os aplicaran una tasa de cambio más desfavorable. Una vez superado el trámite del visado on arrival llegamos a Saigón, en la actualidad Ho Chi Minh, aunque aquí todo el mundo sigue llamándolo Saigón. Para nuestras noches en Saigón íbamos a volver al couchsurfing. Esta vez nos alojamos en casa de Shannon, una chica china afincada en Saigón desde hace un año que trabaja para una empresa de IT. Lo curioso de la salida del aeropuerto es que la hicimos a pie, cruzando por el medio del parking, ya que Shannon vive justo al lado. Llegamos muy tarde, tanto despertando a Shannon como a su anterior couchsurfer y directos a la cama. A la mañana siguiente nos despertamos y nos encontramos con una agradable sorpresa, Shannon nos deja una moto para poder visitar la ciudad, así que tras un desayuno abundante nos vamos a dar una vuelta por el centro y quedamos con Shannon para cenar sobre las siete. Saigón es la ciudad del mundo con más motos por habitante. En total hay ni más ni menos que cinco millones de motos para siete millones de personas. Este exagerado número de motos confiere a sus calles un tráfico que es una auténtica locura. Desde luego es una mala idea coger una moto por la ciudad si no sois conductores habituales. Si aun así lo hacéis debéis de saber que tanto en Saigón como en todo Vietnam los extranjeros no están autorizados a conducir aunque tengan el carnet de conducir internacional. La única forma “legal” de conducir una moto en Vietnam es la obtención de un carnet vietnamita de conducir. Este carnet solo se puede gestionar para estancias largas en el país por lo que si vais como turistas no lo podréis hacer. Eso no quiere decir que no se pueda alquilar una moto, sino que en caso de accidente ningún seguro os cubrirá y deberéis asumir el coste, por tanto cuidado. Nosotros, curtidos ya de conducir “asia-style” nos metimos en el rio de motos que es cualquier calle de Saigón y lejos de agobiarnos lo disfrutamos. Es una auténtica locura, millones de motos, cruces con motos en todas las direcciones, cambios de dirección imposibles, gente intentando cruzar, buses, bicis, gente llevando de todo en su moto pero a su vez todo parece fluir con organización. Nadie va excesivamente rápido y todo el mundo le toca el claxon a todo el mundo pero a su vez todo el mundo se respeta. Parece que todos los conductores saben que en algún momento les va a tocar hacer alguna salvajada, por lo que cuando alguien hace alguna todo el mundo tiene paciencia. Lejos de la mala ostia habitual de los conductores españoles. Ese primer día lo dedicamos a dar una vuelta por el centro de la ciudad. Viendo algunos de sus edificios emblemáticos como la catedral y la ópera, edificios antiguos restos de la ocupación francesa y los más nuevos centros comerciales y la torre Bitexco, el rascacielos más alto de Saigón. También aprovechamos para visitar el servicio técnico de Sony para intentar reparar la cámara de Eloi. Por último visitamos el mercado de Benh Thanh. Éste último es uno de los mercados más emblemáticos de la ciudad, a su vez también el más turístico. Los precios aquí están hinchadísimos y os tocará sacar vuestras mejores artes de regateo si queréis obtener precios justos. Por la noche y tras un corte de pelo por 60.000 VND, salimos a cenar por el barrio con Shannon. En Vietnam la gastronomía es uno de sus puntos fuertes. Hay mucha oferta y para todos los gustos. Desde los típicos pequeños comercios de comida local desde donde, por precios que oscilan entre los 15.000 VND y los 30.000 VND, podréis degustar los clásicos noodles con sopa, los pho. Cada sitio los hace de una manera y todos ellos están buenísimos. En el otro extremo, encontraréis restaurantes con platos elaborados donde por 120.000 – 200.000 VND podréis probar algunas de las especialidades más exquisitas. Muy recomendables todos ellos, cualquiera de los que visitamos, tanto los más baratos como los más caros. En la cena y la postcena con botella de vino incluida en casa de Shannon empezamos a conocer un poco a nuestra anfitriona ya que la noche anterior la despertamos y poco más y había pasado el día trabajando. Escuchamos música, hablamos un poco sobre nuestras tierras y nos vamos a dormir. El día siguiente lo dedicamos a visitar el War Museum de Saigón. Esta es una visita obligada en la ciudad si queréis conocer un poco sobre la historia del país En él podéis ver todo tipo de material sobre la guerra de Vietnam y de las atrocidades cometidas en ella. Métodos de tortura, fotografías bastante duras, además de material armamentístico del ejército de los Estados Unidos como aviones y tanque son las cosas que podréis encontrar allí. La entrada cuesta 15.000 VND por cabeza y otros 5.000 más por el parking si os aventuráis a conducir. Visitado el museo vamos a buscar la cámara y nos dicen que para repararla necesitan 3 semanas. Como no podemos estar allí nos la llevamos y visitamos la oficina de correos, otro edificio emblemático. Después de esta visita recorremos varias tiendas de fotografía hasta que encontramos una en la que hacen reparaciones. En esta arreglan la cámara para esa misma tarde! Quedamos en pasar al día siguiente por allí a recogerla y nos vamos hacia casa de Shannon, toca preparar el ya clásico menú passenger con tortilla de patatas, bravas y pa amb tomaquet para nuestros comensales, Shannon y sus amigos. Por mañana siguiente aprovechamos para actualizar un poco el blog y posteriormente irnos con Shannon y sus amigos al cine a ver “Too fast too furious” y dar una vuelta con ella. Por la noche salimos a cenar y de fiesta por el barrio backpacker de Saigón. El día siguiente y tras la fiesta del día anterior nos levantamos tarde, vamos a una piscina pública en el centro y luego vamos a comer marisco con Shannon junto al rio.
Nos despedimos de Shannon y ponemos rumbo al delta del Mekong. De entre las varias localidades que hay nos dirigimos a Vinh Long, el autobús hasta allí nos cuesta 100.000 VND por persona y una vez allí nos encontramos a una chica que nos ofrece una homestay en el delta. Nuestra idea era la de hospedarnos en uno de estos alojamientos familiares así que aceptamos su oferta en la que nos incluye el ferry y el transporte hasta allí. El único transporte que nos toca pagar es la mototaxi hasta el ferry que nos cuesta 40.000 VND, una vez llegados al ferry el marido de la chica nos espera con el ferry pagado. Cruzado el ferry otros miembros de la familia nos esperan con unas motos para llevarnos a la homestay Ngoc Sang. La noche en esta homestay nos cuesta 500.000 VND para los dos e incluye cena y desayuno, la cena es especialmente buena con pescados y otros platos de comida local en abundancia por lo que recomendamos alojarse ahí.
Al día siguiente decidimos contratar con la misma homestay una ruta en barco. La ruta consistía en una visita al mercado flotante de la localidad, visita a una granja de abejas, un jardín de bonsáis y después un paseo en un barco tradicional por el interior del delta con comida incluida, un sencillo bocadillo en el mismo barco. La excursión nos costó 200.000 VND a cada uno y sinceramente no la recomendamos, nos pareció demasiado turística y orientada a que gastaras dinero en cada una de las paradas, además, el mercado flotante carece de vida y en él se puede ver poco más que intercambio de mercancías entre algunos barcos.
Por la tarde al volver del barco y por la mañana siguiente cogimos unas bicis que nos proporcionaron gratuitamente en la homestay y nos dedicamos a perdernos por el delta. Así como la experiencia del viaje en barco no nos pareció para nada recomendable, perderse por el delta en bicicleta sí que nos pareció una buena experiencia. Esta vez sí pudimos acercarnos a la vida real de los locales y ver sin ningún tipo de asedio al turista como viven y trabajan los residentes del Mekong.
Después de nuestro último paseo en bici tomamos el camino de vuelta para Saigón desde tomaríamos un sleeping bus, el primero de muchos, hasta Nah trang en la parte central de Vietnam.